Técnica y potencia excelsas para clavar la de gajos desde el córner

 

El primer gol olímpico se registró en Buenos Aires, un 2 de octubre de 1924, en un partido entre Argentina y Uruguay

Todo jugador de futbol—amateur o profesional—ha soñado al menos una vez con anotar un gol espectacular, en romper la red del arco rival con estilo; que su anotación quede grabada en la historia de este deporte para siempre, y que mejor manera de materializar la hazaña batiendo al arquero con un riflazo desde el saque de esquina. El llamado gol olímpico,  diana que solo unos cuantos jugadores en los registros de la FIFA pueden presumir, es considerada una joya del futbol, el primero de la historia lo hizo el atacante argentino Cesáreo Onzari, el 2 de octubre de 1924.

Aquella tarde, las selecciones de Argentina y Uruguay disputaban un partido amistoso en Buenos Aires, Cerca del minuto 15 de la primera mitad, un contragolpe de los pamperos sorprendió a la defensa charrúa que apenas pudo intervenir para evitar el avance rival, lo que provocó un saque de esquina; fue entonces que la hazaña se produjo. Onzari, el ariete argentino quien ejecutó el tiro de esquina desde la izquierda, le pegó a la de gajos con tanto efecto que, para desgracia del arquero uruguayo Antonio Mazzali, se coló contra el primer palo. La prensa deportiva, entonces, lo transformó en el primer gol olímpico, haciendo un juego de palabras con el éxito reciente de la escuadra uruguaya, equipo que meses atrás había conseguido la medalla de oro en las Olimpiadas de París 1924: “gol a los olímpicos” lo llamaban, que tiempo después se acortaría a gol olímpico, justo como lo conocemos hoy en día.

Uno de los más endiablados ejecutores de tiros de esquina ha sido el también argentino Juan Ernesto Cococho Álvarez. Durante sus seis temporadas en Colombia, Álvarez anotó apenas 35 goles en 226 partidos, pero ocho de ellos resultaron olímpicos. Lo curioso es que en agosto de 1976, jugando para el Deportivo Cali, le marcó dos al Deportivo Cúcuta en el mismo partido, su secreto era entrenar por horas los saques de esquina con la intención de madrugar al arquero. Sin duda una magistral manera de vencer al guardameta contrario.

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